sábado, 27 de marzo de 2010

MARÍA: LA INCRÉDULA

Recopiladora: Jahayra Andrea Pozo Arauco


La señora Teresa, me narró una historia muy interesante que aconteció en un pequeño pueblo ubicado en la región andina.

Vivía allí una adolescente llamada María , quien vivía con sus padres :Ascencio , su padre, quien se dedicaba a la agricultura, y Grimaldina ,su mamá ,quien ayudaba en el cultivo a su marido .

María ya había crecido, la dejaron para que se encargue de los animales y también para llevarle el almuerzo a sus padres .Los años pasaban y su suerte fue muy buena: llegó la cosecha de papa. La cual fue abundante .Se dividieron el alimento en partes iguales entre Ascencio, Grimaldina y María.

María había vendido su parte y se enamoró de su cliente llamado Artemio. Él visitaba con mucha frecuencia a la bella muchacha, tiempo después llega un momento en que Artemio se animo a pedir su mano. Pero no le fue tan fácil, porque don Ascencio le pidió ante todo su trabajo, Artemio encontró uno como carpintero.

María y Artemio se casaron y compraron su casita en el pueblo al costado donde trabajaba Artemio, al año tuvieron un hijo llamado Gabriel. Después de dos años tuvo a una niña llamada Julia.

María tenía una vecina llamada Teresa del Carmen, ella le comentó sobre las creencias de los muertos, le dijo que la primera noche de enterrado el difunto, este es sacado en procesión por las calles del pueblo por las demás almas de cementerio, cada alma iba llevando una vela.

Un día de sepelio, María se quedó en su puerta para comprobar si lo que le había dicho era verdad. Al rato venia una muchedumbre, con luces azules en sus velas ,el más pequeño del grupo le dio una vela apagada y le dijo que la devolviera a esa misma hora del día siguiente .

La hora de entregar la vela había llegado, tocaron a su puerta, eran los muertos. María llena de miedo comenzó a llorar. Gabriel, el hijo mayor, fue la victima que tuvo que entregar la vela .

Los muertos al escuchar los lloriqueos, le dijeron que si no fuera por los niños la hubieran matado, le advirtieron que no vuelva a ser incrédula y se marcharon.

Esta fue una lección para que María visite la iglesia con mucha frecuencia, se confiese y jamás volvió a ser tan incrédula .

Fuente: Teresa(vendedora de frutas)

Edad:76

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